Opinión

Un antes y un después en la lucha contra el racismo estructural

Por Darío Arias

Lucas González tenía 17 años cuando fue asesinado por la Policía de la Ciudad de Buenos Aires el 17 de noviembre de 2021, en el barrio de Barracas, en la zona sur de la ciudad. Lucas nunca se fue de nuestros corazones, pero hoy vuelve a la tapa de los diarios y titulares de noticias porque se conoce la sentencia para sus asesinos: cadena perpetua con quíntuple agravante, incluido, el odio racial como motor del crimen. El caso de Lucas González no es el único crimen racista, pero sí, esta sentencia es la primera que da cuenta del componente de odio racial.

El racismo, y el odio racial como una expresión del mismo, es una forma de discriminación que busca justificar o explicar las desigualdades y violencias en supuestos rasgos biológicos de los colectivos no-blancos, afro, afrodescendientes, marrones, originarios, basados en la pertenencia étnico/racial.

En nuestra cultura y prácticas sociales se cuela, de múltiples formas y de manera permanente, la idea de “civilización” que representa un estereotipo social blanco, correcto, esperable, “normal”, “decente”, contra “barbarie”, que encierra las representaciones de “negro”, “villero”, “cabeza”, “pibe chorro”, “delincuente”, “peligroso”, “sospechoso”, “indeseable”. El fenómeno del racismo es tan complejo, histórico y fundante para nuestro Estado-Nación, que nos lleva a construir el concepto de “racismo estructural“, término que engloba el impacto de la discriminación racial sobre la desigualdad y la estructura socioeconómica de nuestro país.

En la reproducción del racismo juegan roles fundamentales los medios de comunicación como usinas culturales, las redes sociales como espacios de propagación de discursos discriminatorios, las fuerzas de seguridad que reproducen la idea de peligrosidad de las personas no blancas, entre otras instituciones y espacios de gran peso para la conformación de lo que llamamos el sentido común.

Los números del racismo en Argentina, relevados en el Mapa Nacional de la Discriminación, nos indican que un 85% de las personas consideran que se discrimina Mucho/Bastante a las personas de aspecto racializado, ubicándose así en el segundo motivo de discriminación percibido por la población.

El racismo estructural (como agrupamiento de motivos que incluye aquellas experiencias relatadas por las personas encuestadas respecto de la situación de pobreza, la vestimenta, el color de la piel, personas de aspecto racializado, la condición de personas migrantes latinoamericanas, el barrio de residencia, la identidad afrodescendiente y la pertenencia a los pueblos indígenas) se ubica como el principal motivo de discriminación sufrida en primera persona.

Dentro de la población que sufrió discriminación, identificamos que el 40% está vinculado a prácticas racistas. Esto ubica a las poblaciones migrantes, afrodescendientes, en situación de pobreza, indígenas, como parte de la que más sufrieron discriminación, por encima de la media nacional. Se resalta también que la vía pública, transporte y el ámbito educativo son los principales ámbitos donde se experimenta la discriminación por racismo estructural. También, de las más de 35 mil denuncias que recibió el INADI entre 2008 y 2022, el 18% fue por racismo estructural. De estas, casi el 20% fue por hechos sufridos en la vía pública.

No es casual, entonces, ni el color de piel de Lucas, ni que se hallaran en la zona sur de la ciudad de Buenos Aires, ni que uno de los policías llamara “villeros” al grupo en el medio del ataque. El Poder Judicial y las fuerzas policiales son instituciones que son parte muy importante en la producción y reproducción de discursos. Es necesario que esta sentencia se encadene con una serie de acciones destinadas a la transformación sustancial de estos ámbitos y en una reforma judicial antirracista.

Justicia es que no vuelva a pasar. Hoy la sentencia por el crimen de Lucas también nos debe marcar un antes y un después, el odio racial mata, y por eso debemos seguir construyendo e implementando políticas públicas para prevenirlo y erradicarlo.

(*): Director de Políticas y Programas Contra la Discriminación del INADI.

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